Antecedentes del colapso
La desintegración de la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS) fue un proceso complejo que se llevó a cabo a lo largo de la década de 1980 y culminó oficialmente el 26 de diciembre de 1991, cuando se disolvió formalmente la URSS. Hay varios factores y antecedentes que contribuyeron a este evento histórico:
Factores económicos: La economía soviética enfrentaba graves problemas, incluyendo una planificación centralizada ineficiente, baja productividad, escasez de bienes de consumo y una creciente deuda externa. La falta de innovación y la falta de incentivos para la eficiencia económica contribuyeron a un declive económico sostenido.
Reformas de Gorbachov: Mijaíl Gorbachov asumió el cargo de líder de la Unión Soviética en 1985. Introdujo reformas significativas, como la Perestroika (reforma económica y política) y la Glasnost (mayor apertura y transparencia). Sin embargo, estas reformas no lograron revitalizar la economía y, en cambio, abrieron el camino para la crítica y la oposición.
Nacionalismo: Dentro de la URSS, las tensiones étnicas y nacionales se intensificaron. Muchas repúblicas soviéticas buscaban mayor autonomía y expresión de sus identidades nacionales. Este sentimiento nacionalista llevó a demandas de independencia en varias repúblicas.
Presiones externas: La Guerra Fría llegó a su fin, y las relaciones internacionales se transformaron. El aumento de la apertura política y las demandas de cambio en Europa del Este llevaron a una disminución del control soviético sobre la región. La caída del Muro de Berlín en 1989 simbolizó el colapso de las estructuras comunistas en Europa del Este.
Rechazo de las reformas en algunos sectores: Aunque Gorbachov introdujo reformas para modernizar la URSS, encontró resistencia de sectores conservadores dentro del Partido Comunista y del ejército, quienes no estaban de acuerdo con la pérdida de control centralizado.
Intentos de golpe de Estado: En 1991, un grupo de líderes conservadores intentó dar un golpe de Estado para revertir las reformas de Gorbachov. Este intento de golpe, conocido como el "Putsch de agosto", fracasó, pero debilitó aún más la posición de Gorbachov y fortaleció los movimientos independentistas en las repúblicas soviéticas.