El lenguaje jurídico y forense puede ser causa de distanciamiento entre el emisor y un receptor, por ser un lenguaje muy técnico, que muchos no pueden entender. En este artículo vemos como el autor manifiesta la separación que puede causar entre los interlocutores el lenguaje jurídico y forense por estar jerarquizado a través de los tiempos. Desde que se hace el ejercicio de las leyes se ha pretendido establecer una distancia entre los poseedores del conocimiento jurídico y la sociedad común. Esto quiere decir que la mayoría de las personas se siente intimidada por este lenguaje, ya que denota o implica, según la apreciación, una superioridad de quien lo habla y por lo tanto se establece una distancia y desigualdad entre el emisor y el receptor. Siendo el emisor en este caso el que posee el lenguaje jurídico o forense. Esta situación tiene varias implicaciones, podriamos decir que psicológicas: conlleva incomprensión, respeto y obediencia. La incomprensión es ocasionada por un lenguaje solo entendible por los similares, por aquellos que hablan el mismo idioma, o sea el jurídico. El poseedor del conocimiento jurídico forense recibe respeto, porque es visto como alguien superior. La obediencia, es practicada por el ciudadano, porque es la ley la que habla, y lo que dice la ley hay que obedecerlo. Aunque la obediencia este acompañada por la falta de conocimiento.
La comunicación forense debe cumplir con unas características ante un tribunal. Pero estas características, en particular la formalidad y la concisión no deben interponerse ante la claridad de pensamiento. Ante un foro judicial el emisor debe presentar un lenguaje formal acorde a la situación y al lugar, pero al mismo tiempo debe entender que el discurso, va dirigido en su mayoría, a personas que no conocen la terminología judicial, y que para causar algún efecto en los receptores, debe acudir a la claridad en la oratoria, (aunque se le imparta un estilo propio), y a las emociones. Cuando el lenguaje forense se utiliza adecuadamente puede llegar a convencer a una audiencia, en este caso podría ser un jurado. Por ejemplo en un juicio es necesario que los abogados se dirijan con propiedad y le den un tono formal cuando se dirijen a un juez o a sus pares, pero al dirigirse a un jurado no pueden usar la terminología o los tecnicismos propios de la profesión porque no van a lograr el entendimiento de los ciudadanos comunes. Hablar en un lenguaje jurídico a un jurado que no entiende los mismos sería contraproducente para los efectos del juicio. El efecto deseado se puede perder por los problemas de comunicación. En este caso de una comunicación inefectiva.
La oratoria forense utilizada para la interrogación puede tener varias formas lingüísticas, entre ellas la presuposición y el tipo de pregunta. Estas formas lingüísticas permiten controlar la información y pueden ser utilizadas muy hábilmente para desmentir o desacretitar a un testigo. Se pueden utilizar de forma hostil o no hostil, con preguntas de sí o no, o preguntas cerradas que no permiten que el testigo hable demasiado. Esto implica que el control en un juicio lo tiene quien mejor utilice estas formas lingüísticas, utilizando diferentes estrategias o la misma estrategia en diferentes situaciones, todo va a depender de la habilidad del orador forense. La utilización adecuada de estas estrategias le permiten al orador controlar la información, desacreditar, confundir y lograr nuevas realidades. El resultado del uso adecuado de la oratoria puede ser la diferencia entre la convicción o no de una persona. Claro, en un juicio, quien tenga mejor habilidad para manejar las formas lingüísticas, tiene mejor posibilidad de lograr su objetivo. Lograr la convicción cuando se trabaja del lado acusatorio, o lograr la liberación cuendo se trabaja del lado exculpatorio.
El lenguaje escrito en la comunicación forense es un tanto rebuscado y barroco, según el autor del artículo. A diferencia de la oratoria en que que cada orador puede presentar su propio estilo, en el lenguaje escrito existe un estilo particular. Pero, ¿qué problemas presenta este lenguaje? Que requiere pericia expositiva y gramatical, lo que en la mayoría de los casos no sucede, ya que cuando se expone de forma escrita, se encuentran muchos errores, tanto gramaticales como en la forma de exposición. Por lo que sería recomendable que los forenses utilizaran un lenguaje más sencillo para sus exposiciones simplificando y ofreciendo una mayor claridad expositiva. La ventaja que puede ofrecer la simplicidad en el lenguaje escrito es que se cometerían menos errores, ya que una coma o un punto mal ubicado, un acento olvidado o mal puesto puede cambiar totalmente la intencionalidad de la oración, lo que podría afectar todo el sentido de la exposición. Se debe lograr que la interpretación de lo escrito sea correcta y adecuada. Cuando se pretende utilizar un lenguaje un tanto rimbombante para dar una apariencia jurídica a una exposición, sin tener la capacidad o el conocimiento gramatical, se puede caer en la incorreción y en la ineficacia. Cuando se habla mucho y se dice poco, se puede perder el efecto de lo que se quiere lograr, porque los que leen la exposición o los que la escuchan pueden llegar a perder el interés por entender que se está hablando muchas cosas sin importancia. En ocasiones para dar una apariencia de mucho conocimiento, algunos abogados hablan y hablan, tal vez con la intención de confundir para lograr su propio objetivo, pero esto podría no ser efectivo ante un jurado que pierde el interés y comience a divagar en las cosas que el abogado dice que no le interesan.
Para simplificar el lenguaje forense se ha pretendido uniformal las formas de redactar, creando formatos a nivel mundial en la redacción de leyes, textos jurídicos y en los fundamentos de derecho. Esta uniformidad permite fluidez, orden y claridad en los textos, lo que facilita su lectura e interpretación. Es importante que un texto este escrito de forma clara y concisa, para una comprensión adecuada. Se han establecido directrices que permiten una redacción adecuada, que aunque estén en un lenguaje jurídico puede ser comprendido por cualquier ciudadano interesado en conocer las leyes. Lo importante de una redacción jurídica es que los que lo lleven a cabo utilicen todas las herramientas gramaticales y ortográficas de forma correcta para evitar confusiones y malas interpretaciones de la ley, ya que se han visto caso que por una coma colocada incorrectamente se ha prestado a que la ley sea acomodada a conveniencia. Ahí precisamente estriba la importancia en la corrección en la redacción, en que la ley sea clara y que no pueda ser utilizada con fines diferentes a los que fue creada, por una simple mala interpretación.
Según el autor del artículo La comunicación forense y la normalización del español de Alberto Hernando García-Cervigón (2007), la complejidad de los textos jurídicos, lleva a los mismos a la incomprensión por el exceso de tecnicismos, latinismos, y otros aspectos, además de la mala redacción. Por lo que el argumenta que es imprescindible que el lenguaje jurídico forense se simplifique para que se logre una mejor y más efectiva comunicación. Una comunicación jurídica incomprensible para la ciudadanía va en contra del Estado de Derecho que acoge al ciudadano, según el autor del artículo. El ciudadano debe poder entender todos los procesos a los que puede ser sometido, además de poder entender todos sus derechos y responsabilidades sin limitaciones de lenguaje. Aunque el lenguaje jurídico forense está hecho para ser utilizado por los juristas, como ocurre en cualquier profesión que se tiene su propia jerga, en este caso la ciudadanía debe tener la capacidad de entenderlo y comprenderlo, porque de esta forma una sociedad se vuelve más efectiva, gracias al conocimiento de la ley.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Saludos... tu visita ha sido importante para mi, así como el comentario que me quieras hacer. Gracias