Se
ha encontrado que la población de niños y adolescentes en el mundo
que viven en las calles, en la mayoría de los casos, sufre de algún
desorden mental. Como trabajador social esa problemática es digna de
un estudio serio que nos arroje luz sobre el particular. Nuestra
función en este campo es conocer las causas, las consecuencias de
esta problemática. El artículo que se discutirá,
TRASTORNOS MENTALES EN NIÑOS Y ADOLESCENTES DE LA CALLE: UN ESTUDIO PILOTO, recoge información de una investigación en esta
población. Tristemente se menciona que millones de niños y
adolescentes se han convertido en un problema de salud pública para
los países, por utilizar las calles como su vivienda, ya que muchos
de ellos presentan algún tipo de trastorno mental que desencadena en
el consumo de alcohol y de drogas.
Aunque son muchos los jóvenes que pertenecen a este sector poblacional solo se tomó una muestra de 17 varones que habían ingresado recientemente a una institución de rehabilitación psicosocial, que los ayudaría a reintegrarse a la sociedad. La edad de los jóvenes fluctuaba entre los 8 y los 17 años. Los investigadores buscaban evaluar los trastornos de ansiedad, la depresión, los trastornos de conducta disruptivas y los trastornos relacionados al consumo de sustancias. Considero en este caso que la muestra es muy pequeña para reflejar la verdadera problemática de estos jóvenes y la problemática que representa para la salud pública, pero aún así puede servir como marco de referencia para futuros estudios. Además entiendo que más que enfocarse es determinados trastornos, se debió dar un enfoque más amplio como conocer las razones para vivir en las calles. Porque cabría preguntarse en este punto si los trastornos vienen por vivir en la calle, o viven en la calle porque tienen estos trastornos.
A
pesar de lo limitado de la muestra utilizada arrojó resultados
interesantes. Mediante una entrevista estructurada como método de
investigación se logró garantizar una mayor confiabilidad del
estudio. La entrevista fue realizada por estudiantes de la práctica
clínica y los resultados fueron evaluados mediante un programa
estadístico. Los resultados mostraron que de 17 jóvenes, 13 de
ellos mostraba algún tipo de criterio para los diagnósticos que se
evaluaron, mientras que 12 tenían trastornos relacionados con el
consumo de sustancias. Las sustancias mencionadas son: nicotina,
alcohol y canabis. El consumo de sustancias se convierte en el
problema número 1 de estos jóvenes, por sobre los problemas
mentales o los trastornos conductuales.
Los
problemas mentales, según el estudio, pueden ser el resultado de una
compleja interacción de factores genéticos y medioambientales.
Existe una alta prevalencia de problemas mentales que pueden estar
asociados a las vivencias negativas a las que se pueden enfrentar
diariamente los jóvenes en las calles, lo que podría ser un factor
estresante. Además cuando un niño es sometido a algún tipo de
maltrato puede presentar algún tipo de trastorno mental. Esta
situación puede levar a ser expulsado del hogar por no poder manejar
al niño que sufre estos trastorno. Por lo que una razón o causas
para que un jóven termine viviendo en las calles es el rechazo de
sus padres o cuidadores. Si esa es una de las razones, debo decir que
es muy injusta, que los padres o cuidadores de un niño lo maltraten,
el niño desarrolla algún tipo de trastorno mental, y entonces es
rechazado del seno familiar, no debe ser.
Es
lamentable, que como menciona el artículo, aunque la muestra de este
estudio es pequeña, los resultados que arroja son bastante similares
a los encontrados en otros estudios realizados en Estados Unidos y
regiones de América Latina. Como Trabajadora Social me preocupa
pensar que la incidencia de trastornos mentales en muchas ocasiones
sea por intervención negativa de los padres. Esto puede ser
indicativo de la carencia de valores que se están presentando en el
entorno familiar, cuando la familia debe ser el primer escudo de
seguridad que un niño debe tener. Nosotros como trabajadores
sociales debemos buscar la manera para reforzar los lazos familiares,
fomentando la comunicación, la comprensión y los lazos afectivos,
para evitar que muchos de los jóvenes sufran de estos trastornos que
en nada benefician al individuo y mucho menos a la sociedad que los
acoge.
Este
estudio aunque es un tanto limitado puede servirnos de guía en la
evaluación y comprensión de esta población que cada día es mayor,
que presenta muchas desventajas ante la sociedad y que como
trabajadores sociales tenemos la responsabilidad de ayudar. Por lo
tanto, sería imperioso realizar más estudios conducentes a buscar
las causas de esta problemática y buscar verdaderas soluciones para
enfrentar este problema de salud pública. Para lograr la solución
debemos involucrar no solo al trabajador social, sino a la familia, a
la escuela, a la sociedad en general para lograr un beneficio común.
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