El Tratado de Guadalupe Hidalgo, así llamado porque fue firmado en la sacristía
de la Basílica de Guadalupe el 2 de febrero de 1848, pone fin a la
Guerra de Intervención Norteamericana. Dicho tratado estableció que
México cedería casi la mitad de su territorio, que comprendía la
totalidad de lo que hoy son los estados de California, Arizona,
Nevada y Utah, y parte de Colorado, Nuevo México y Wyoming, como
compensación, los Estados Unidos pagaría 15 millones de dólares
por daños al territorio mexicano durante la guerra. Este tratado fue
suscrito
por los políticos conservadores Bernardo Couto, Miguel Atristán y
Luis G. Cuevas, representantes de México y por Nicholas P. Trist, representante de Estados
Unidos.
Algunos
notables aspectos del tratado son los siguientes: se estableció al
Río Bravo o Río Grande como la línea divisoria entre Texas y
México; también
se estipulaba en el documento que serían respetados
los derechos civiles y de propiedad de los mexicanos que
permanecieran en el nuevo territorio estadounidense,
lo cual no se cumplió. Además,
Estados Unidos aceptó patrullar su lado de la frontera y los dos
países aceptaron dilucidar futuras disputas bajo arbitraje
obligatorio. Sin embargo, antes de ser
plenamente ratificado, el tratado sufrió modificaciones importantes
en los artículos IX y X, además de modificaciones menores, pero
significativas, en otros artículos. El artículo IX fue suprimido en
su totalidad, y reemplazado por uno enteramente nuevo, que establecía
que en vez de que los mexicanos en los territorios cedidos
conservaran por un año sus derechos civiles, y de establecer su
igualdad con los otros habitantes de los Estados Unidos de América,
el nuevo artículo permitía al Congreso norteamericano, admitirlos a
su discreción, como ciudadanos de los Estados Unidos de América. El
artículo X, el
cual garantizaba la protección de las concesiones de tierras dadas a
los mexicanos por los gobiernos de España y de México,
fue suprimido y no reemplazado. En el artículo XI se elimina la
restricción de venta de armas de fuego a los indios. En el artículo
XII se suprime la elección de la forma de pago de la compensación
que debe recibir México. En el artículo XXIII, se agrega que el
canje de ratificaciones se hará donde estuviese el Gobierno
mexicano. Y finalmente, se suprime el artículo adicional y secreto
del Tratado.
Con
el Tratado, se adjuntó un protocolo para establecer una
interpretación formal del texto legal del Tratado, para evitar
malinterpretaciones en perjuicio de cualquiera de las dos partes. En
este protocolo, el gobierno de Estados Unidos indica que, a pesar de
haber suprimido el artículo IX y sustituirlo por el de Luisiana, no
se disminuyen los derechos de los mexicanos, sino que se encuentran
integrados en el artículo III del Tratado de Luisiana, por lo cual,
son equivalentes. Al suprimir el artículo X, el Gobierno
norteamericano indica que, no se pretende anular las concesiones de
tierras hechas por México en los territorios cedidos, pues éstas
conservan su valor legal. También alega, que, al suprimir gran
parte de la descripción de la forma de pago en el artículo XII, no
se pretende dejar de pagar dicha compensación.
Antecedentes
de la Guerra de Intervención Norteamericana
Las
principales causas de la guerra eran la política de inmigración
mexicana, y el afán expansionista de los Estados Unidos de América.
El
Gobierno de México tuvo que impulsar la colonización de los
territorios del norte, entre ellos las Californias, el Nuevo México
y Texas, cuya población total no excedía los 50,000 ciudadanos
mexicanos, esto debido a que el país estaba en una situación
lamentable después de la Guerra de Independencia con España.
Por tal razón planteó una política de colonización muy sencilla
en la cual se venderían grandes cantidades de terreno a precios
irrisorios, a crédito y con exención de impuestos y de aduanas por
5 años, a todo extranjero que quisiera convertirse en ciudadano
mexicano, aprendiera a hablar español, fueran católicos y se
comprometiera a acatar las leyes mexicanas. Para facilitar las cosas,
se sugirió al Gobierno que se otorgaran concesiones, permitiendo a
una persona colonizar una porción importante de territorio y recibir
tierras a cambio de sus servicios. Esta concesión fue ratificada por
la República Federal. A esta primera concesión les siguieron muchas
más. Muchos norteamericanos aceptaron pagar a los concesionarios
precios exorbitantes ya que costaban una décima parte de lo que
costaba una concesión de tierra equivalente en los Estados Unidos.
El
propósito de México de impulsar la colonización de su país era
porque la producción de productos manufacturados estaba detenida, el
campo estaba en estado lamentable, la hacienda pública estaba
quebrada, y las luchas por el poder no hacían más que consumir a la
población en la confusión y el miedo. Mientras tanto, los Estados
Unidos tenía una industria creciente, una economía floreciente, y
una población que crecía aceleradamente. Estados Unidos acababa de
adquirir los territorios de la Luisiana a Francia y las Floridas a
España, pero aún soñaban con extender sus territorios hasta el
pacífico, por cualquier medio que fuera necesario.
La
colonización impulsada por México comienza con un gran número de
personas procedentes de otros países que se asentaron en las
fértiles planicies de Texas y se convirtieron en ciudadanos leales,
pero también llegaron multitudes de ciudadanos norteamericanos que
sólo superficialmente aceptaron las condiciones exigidas. Los
norteamericanos entraban de manera ilegal, para apropiarse de
terrenos vacíos y explotarlos sin retribuir nada al Gobierno
mexicano. También comenzaron a rebelarse contra el gobierno
establecido. El general
Manuel de Mier y Terán fue enviado para
observar y diagnosticar la situación.
Mientras
tanto las relaciones entre México y Estados Unidos se estaban
deteriorando ya que éste insistía en la anexión de Texas, citando
como prueba el tratado de compraventa de la Luisiana, que según
ellos incluía todo ese territorio mexicano. La posición de México
fue contundente: sólo aceptaría los límites del Tratado de
Adams-Onís
de 1819, que señalaba los límites territoriales entre el territorio
de la Nueva España y los Estados Unidos. No obstante a la legalidad
del Tratado, Estados Unidos se limitó a dar por hecho la anexión y
colonización de Texas.
El
gobierno mexicano trato de controlar la situación proponiendo
el establecimiento de presidios, la colonización del territorio por
mexicanos y europeos, así como el establecimiento de aduanas. Se
promulga una Ley de Colonización por la cual pretendía obstaculizar
la llegada masiva de ciudadanos norteamericanos a Texas. La ley
pretendía regular la colonización, al darse cuenta de la situación,
según el informe del general Mier y Terán. En el 1829 los anglos
aventajaban en número de ocho a uno a los mexicanos. Pero en
aquellas circunstancias, era ya imposible controlar la provincia.
Este
ha sido el capítulo más nefasto en la historia mexicana. El
tratado
que cerró la página más negra del México independiente fue uno de
las peores crímenes en la historia de la humanidad. México
fue despojado de cerca de 2 millones 300 mil Km2 de
territorio; lo que equivalía a más de la mitad del territorio de
esa época, mientras para los Estados Unidos fue un significativo
crecimiento territorial en su contínuo expansionismo geopolítico.
E.U debera devolver los territorios ocupados ilegalmente en el tratado Guadalupe Hidalgo a Mexico: Estos territorios corresponden en su
ResponderBorrartoponimia a California,Nevada,Nuevo Mexico,Utah, Texas y parte de Wyoming
Saludos Waltmench, estoy de acuerdo contigo, eso sería lo justo.Gracias por tu comentario y tu visita.
Borrarsin esos estados USA no seria lo que es hoy
ResponderBorrarSaludos Gato. Totalmente de acuerdo.
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