El
cuerpo humano fue diseñado para ser un ente en movimiento, caminar
descalzo y no como lo exige la vida moderna en el campo laboral,
haciendo movimientos repetitivos o estático en un escritorio. Por
tal razón, ha surgido el estudio de la ergonomía. Según la Real
Academia Española (RAE) la ergonomía es el
estudio de datos biológicos y tecnológicos aplicados a problemas de
mutua adaptación entre el hombre y la máquina.
Cada día vemos cómo más personas están siendo afectadas
fisiológicamente por los malos hábitos de postura o movimientos en
sus trabajos o su hogar. Esto redunda en problemas circulatorios o
daños al sistema músculo/esquelético. Con la ergonomía se busca
corregir o mejorar las condiciones físicas del trabajo. Para
determinar los cambios necesarios, si algunos, el ergónomo observa
el puesto de trabajo y la interacción del empleado con su medio
ambiente, además del equipo o la tecnología utilizada. Es por eso que la
ergonomía ha sido dividida en tres áreas representativas: ergonomía
física, ergonomía cognitiva y ergonomía organizacional.
La
ergonomía física es la que relaciona las características
anatómicas, fisiológicas y biomecánicas con la actividad física
en el trabajo. La ergonomía cognitiva relaciona los procesos
mentales con la carga de trabajo mental, la toma de decisiones, el
desempeño, estrés laboral y aspectos relacionados. Mientras, la
ergonomía organizacional se refiere a la optimización del diseño
de trabajo, el diseño de la jornada laboral, trabajo en equipo,
cultura organizacional y la gestión de la calidad laboral.
Las
condiciones de trabajo pueden mejorar significativamente si se
trabaja bajo una base ergonómica. Un trabajador debe estar cómodo,
libre de riesgos que pongan en peligro su salud o su condición
física y mental. La evaluación de los puestos de trabajo debe ser
realizada basándose en los factores de riesgos que se quieren
eliminar o minimizar. Se debe observar al empleado, su ambiente, su
relación con las herramientas o equipos que utiliza como un todo, y
no en sus partes individuales, ya que es el todo lo que a la larga
afectaría el funcionamiento óptimo del empleado.
Cuando
a los empleados no se les provee un ambiente ergonómico, pueden
ocurrir una serie de consecuencias que afectan el desempeño laboral,
tales como: lesiones músculo-esqueléticas en espalda, hombros,
cuello, manos y muñecas (síndrome del túnel carpiano), problemas
circulatorios, molestias visuales, y muchos otros efectos. Por tal
razón es importante minimizar, en la medida posible, los riesgos
ergonómicos diseñando puestos de trabajo, equipos y herramientas
que cumplan los estándares ergonómicos básicos.
La
ergonomía debe ser aplicada en todo campo laborar para proveer
seguridad y comodidad en el desempeño del trabajo. También se le
debe dar orientación y recomendaciones a los empleados de la
importancia para su bienestar, de la utilización correcta y adecuada
de las herramientas, equipos y posturas que se deben asumir al
realizar un trabajo. Explicándole la importancia de seguir las
indicaciones y de las consecuencias de ignorarlas.
Una
forma adecuada de determinar los problemas ergonómicos a los que se
enfrenta una empresa es detectar en sus empleados signos de la
presencia de lesiones lumbares, hernias discales, síndrome del tunel
carpiano, fatigas, etc. Cuando estas condiciones comienzan a
presentarse en una empresa es momento de hacer evaluaciones para
determinar los riesgos ergonómicos presentes y hacer los cambios o
ajustes necesarios para mejorar los aspectos ergonómicos y por
consecuencia, la calidad del ambiente laboral.
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