Es
importante hacer referencia de la historia para comprender los
conceptos de inclusión e integración. En Europa y en Estados
Unidos de Norteamérica se había establecido una política pública
de obligatoriedad de la escuela primaria. De esta forma comienza la
desintegración escolar, ya que los alumnos con deficiencias
alteraban el orden de la clase y perjudicaban el aprovechamiento del
resto de los alumnos en el aula. Estos alumnos eran denominados por Binet
y Sinion como “débiles mentales” y con alteraciones de conducta. Los
niños con sordera, ceguera y problemas neuromotores, así como con
deficiencia mental profunda, no fueron desintegrados de la escuela
regular, estaban excluidos de antemano. Para ellos habían escuelas
especiales aisladas, pero fuera del sistema educativo y, en conjunto,
no constituían un sistema de educación especial.
Los
encargados de expulsar o desintegrar escolarmente a los alumnos de
las primarias eran los administradores escolares. Considerando en
esos momentos que la educación primaria era obligatoria, tuvieron
que formular dictámenes legales con sustento pedagógico que
permitiera la excepcionalidad de estos casos. Dicho sustento se
basaba en el orden y la disciplina, indispensables para el
aprendizaje del grupo, lo cual podía ser alterado por los alumnos
con deficiencias. Esta desintegración escolar ocurrida a principios
de siglo fue ocurriendo gradualmente, a la inversa de lo que ha sido
la integración gradual a finales del mismo.
El
proceso de desintegración escolar fue gradual e informal, hasta que
dio origen a un sistema formal paralelo y segregado de educación especial. Así quedó librada la educación primaria obligatoria de
la inclusión formal de alumnos con deficiencias leves. La exclusión
en la escuela obligatoria quedó legalizada. Mientras,
maestros preocupados por la educación de estos alumnos, propusieron
alternativas para que se mantuviera la inclusión de los mismos y no
quedaran desintegrados educativamente. Algunas de las propuestas
fueron: horarios alternos de clase, extensión de horario, etc. A los
alumnos sin discapacidad se les daba salida más temprano al de su
horario oficial y aquellos con deficiencias lo cubrían completo con
una atención más personalizada. De esta forma llegaron los salones
especiales, luego se ideó inscribirlos en escuelas especiales, hasta
que se configuró un sistema paralelo de educación especial en el
cual se incorporaron las escuelas especiales por discapacidad
específica ya existentes de forma dispersa. De esta forma nace lo
que llamamos la educación especial.
La
teoría positivista implícita de la educación especial hacía ver
normal la segregación de alumnos con discapacidad. Los altos costos
y los pobres resultados de este enfoque han demostrado a lo largo de
los años que ese no es el camino. La atención centrada aquí deja
a la familia y a la sociedad en general, lejos del proceso de
integración o inclusión de las personas que presentan una
discapacidad. Ahora, en las últimas décadas se ha dado un giro de
ciento ochenta grados hacia la integración, convirtiéndose en un
reto frontal al sistema de la educación especial, poniéndola en
crisis. La integración es una ruptura o una discontinuidad evolutiva
de la educación especial.
Como
contrapropuesta, surgen en el mundo movimientos que se alzan a favor
de la integración, padres organizados, apelando a los derechos
humanos, exigiendo recursos para el financiamiento público de la
educación básica de sus hijos, demandando una educación inclusiva,
y no segregada. Estos movimientos generan grandes controversias y
experimentos en búsqueda de una educación más equitativa para
quienes no tienen acceso a la misma. Esto obedece no sólo a motivos
humanitarios, sino a realidades sociales y económicas específicas.
Las políticas de "Integración" o "Inclusión"
en América Latina, hasta ahora, son fruto más de medidas
monetaristas o compromisos adquiridos con organizaciones
internacionales, que de una perspectiva del respeto a los Derechos
Humanos, ya que la implementación de la inserción en clases
regulares, ocurre a menudo sin una adecuada capacitación de los
educadores o apoyo de profesionales y equipos especializados.
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